En el día a día, nos encontramos con numerosos clientes que al llegar a la jubilación nos comentan que ojalá se hubiesen preocupado antes por este asunto. Hoy veremos cuándo resulta aconsejable empezar y cómo elegir el producto que más nos puede interesar
Cuanto antes ahorremos, mejor para la jubilación
La planificación financiera de nuestra jubilación no se puede dejar para cuando uno tiene 55-60 años, porque no se conseguirá generar la suficiente rentabilidad como para vivir de ello en un futuro, y más, sabiendo que las pensiones públicas suben un 0,25% anualmente, y probablemente con las reformas que están por llegar, no mejoren precisamente. Deberíamos pensar en ahorrar lo antes posible, aunque sea en pequeñas cantidades.
Sirva este ejemplo: 200 € que ahorrásemos hoy, en 30 años a un 4% de interés anual, son 650 €, aproximadamente. Esto es: lo que metemos ahora en nuestro seguro de ahorro, ya sea un PIAS, un plan de pensiones, etc. se triplica a 30 años. Esto es posible gracias a que la rentabilidad del primer año, se acumula, y al siguiente año el rendimiento generado provoca que haya más intereses.
Esto es lo que se conoce como interés compuesto, el famoso efecto de la “bola de nieve”: los intereses arrastran más intereses.
No obstante, hay que estar bien asesorado para no equivocarnos en la manera de hacerlo. No todos los productos existentes deberían ofrecerse a todo el mundo (eso creemos, ya lo hemos aprendido por las malas). Luego mostramos un ejemplo.
El perfil de riesgo y el horizonte temporal
Hay que tener claro el llamado “perfil de riesgo”del cliente, para evitar que una persona asuma más riesgos con su dinero que el realmente deseado. Por eso hay que tener cuidado con las campañas de final de año en los planes de pensiones.
Del mismo modo, el «horizonte temporal» de nuestro ahorro o inversión, que es el tiempo en el que o bien querremos recuperar nuestra inversión o bien nos exigen mantener el producto sin rescatarlo, es una cuestión muy importante a valorar.
Pongamos un ejemplo: una pareja joven, con unos ingresos medios, probablemente no debería suscribir un plan de pensiones, porque perderá la disponibilidad de ese dinero, durante al menos 10 años, y ante cualquier imprevisto o deseo de comprar un coche, una casa, etc. necesitarán ese dinero. Por ello es totalmente incoherente que al pedir una hipoteca se nos exija suscribir un plan de pensiones para mejorar el tipo de interés…
Estamos a tu disposición para indicarte cuál es, en función de tus circunstancias familiares y profesionales, la mejor opción de ahorro. Ya sea en un producto de rentabilidad garantizada, sin riesgo, o en otro con opciones de renta mixta y variable. En esta entrada explicábamos cómo, los seguros de ahorro son una muy buena forma de canalizar ese ahorro.
La diferencia entre ahorro e inversión
No solo eso, sino que también creemos que es importante el diferenciar entre lo que se considera ahorro e inversión:
- Ahorro: aportaciones periódicas a un producto de ahorro futuro, en el que las mismas si van capitalizando y generando unos intereses. Lo que sería un plan de pensiones, PIAS, SIALP, o plan de ahorro, básicamente.
- Inversión: cuando ya hay un capital acumulado, decidir qué hacer con ese dinero. Fondos de inversión, productos “Unit-Linked”, depósitos, son ejemplos de inversión.
Al mismo tiempo es importante saber que, en productos no garantizados es mejor (para evitar asumir mayores riesgos) no aportar todo ese dinero de golpe, en una vez.
¿Por qué? Muy sencillo: si tú aportas, por ejemplo, 50.000 € en un fondo de inversión y justo has elegido una época en el que sus activos están muy revalorizados, esa inversión probablemente solo puede ir hacia abajo, obteniendo pérdidas; en cambio, si aportas 25.000 € ahora, y 25.000 € en 6 meses, evitas acumular el riesgo en un momento determinado. Con aportaciones periódicas sí evitamos por completo el conocido como “riesgo de entrada”.
Si quieres obtener un buen asesoramiento, contacta con nosotros. Con más de 20 compañías de seguros y una enorme diversidad de productos, encontraremos el que mejor se adapte a tus necesidades. Ya sea un plan de pensiones o alguno de los productos de ahorro con más liquidez.